Cuando se acabó la fiesta, le di la placa a Marvin y pedí un taxi para irme a la casa de Sophia.Aunque ya era bien tarde, no me importó la hora, estaba decidido a verla.
Era ahora o nunca. Solo esperaba que ella dijera que sí, que quisiera intentar algo conmigo.
Si resultaba que ella no era mi compañera destinada, pues enfrentaríamos juntos ese problema, cuando llegara el momento.
Mi lobo, Alex, se emocionaba de solo pensar en la destinada.
Mientras tanto, yo estaba pensando en cómo decirle lo que sentía y en cómo ella iba a reaccionar, ya fuera para bien o para mal.
También quería ver si se daba la oportunidad, para besarla.
Y con todo el corazón, esperaba que ella sintiera lo mismo por mí.
Para mí, Sophia era perfecta, no tenía ninguna duda de que seriamos una gran pareja, si aceptaba.
Tenía el presentimiento de que a mi mamá también le caería bien.
Cuando llegué a su calle, le pedí al taxista que me dejara unas cuadras antes y se fuera. Pensaba transformarme y correr de regreso a ca