"Como no podíamos venir solos, convencí a la señora Mirabel de que nos acompañara." me dijo, y de la emoción no pude evitar abrazarlo con fuerza.

Ese detalle me llegó al alma. Desde ese día había querido volver al parque. Aunque el arroyo no era igual al lago, me bastaba con estar ahí.

Liam me abrazó y me dio un beso muy suave en el cuello. De inmediato, sentí un cosquilleo en mi estómago.

"Li" susurré bajito.

"Dime, Jo." contestó él, todavía abrazándome. Su aliento cálido sobre mi piel hacía que empezara a imaginar cosas.

"No frente a ella." logré decir, y él se rio un poco, soltándome despacio. Me sentía vulnerable, pero también agradecida de que respetara el momento.

Nos acomodamos sobre la sábana, disfrutando la vista y el ambiente tranquilo.

La señora Mirabel nos sirvió varios platillos y nos dio unos pasabocas, en cuanto terminó, se fue sin hacer ruido. Sabía que no era un favor de gratis, ella dejó su carrito de comida, solo por esto, y Liam seguramente tuvo que mover cielo, mar