Capítulo 34

“Que tus palabras tengan un tono amable;

mantén la cabeza inclinada.

Baja tus ojos, y eleva tu corazón hacia el cielo;

y cuando hables,

no fijes tu mirada en tu interlocutor.”

Carta de Nahmánides a su hijo.

No supo exactamente lo que pasaba, hasta que sintió la fuerza de unas manos sostenerle la cabeza; duro y con determinación. Canela puso la frente entre sus piernas, cuando una voz de hombre se lo indicó. La velocidad del vehículo era demasiado alta. Su propia estabilidad, era controlada por una persona a su lado. Por alguna razón, ella sentía que aquellos hombres no le harían nada malo. Estaba quizás, aferrada a una certeza de que todo acabaría pronto y aquellos maleantes obtendrían lo que querían. Pensó en su padre. Era obvio para ella que el dinero estaba dentro de las razones de su secuestro; su padre encontraría el dinero y la liberarían. ¡Tenía que ser así!

Los homb

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