Capítulo 35

Romer erró los ojos, los apretó y se pasó las manos sobre el rostro para quitarse el exceso de agua de la ducha.

–El administrador de mierda. El maldito administrador. Canela… –Él le alzó la cara con delicadeza–. ¡Yo trabajé con él! Es más, trabajé para él, lo hubiese reconocido a leguas…

–Ya, por favor, ya entendimos que todo se trataba de una venganza por el despido. Siempre fue un delincuente. Sabemos la verdad, pero no tenemos que enfrascarnos en eso. Todo lo malo pasó. Yo estoy bien, ya puedo hablar mejor y me estoy recuperando.

Romer la abrazó mucho más fuerte que antes y suspiró, dándose cuenta de lo grandiosa que era Canela. Y agradeciendo a Dios por tenerla allí, consigo.

–Entonces, mañana…

–Hoy, hoy celebraremos tu cumpleaños. Bueno, cuando sean las 12:00 AM te felicitaré cómo Dios manda. –Él cerró el grifo de la regadera y abrió la cortina–. La cena se va a enfriar. –Alzó las cejas–. Hice postre.

Ella abrió los labios un poco cuánto pud

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