Todos sentían lástima por Aitana; los rumores eran ciertos: Aitana había perdido su capacidad de tener hijos.
Esta compasión era más dolorosa para Aitana que la muerte misma.
Traicionada por Damián y ahora azotada por las miradas del mundo entero, no podía permitirse el autocompasión. Al menos frente a los demás, debía mantener su dignidad y decoro.
Aitana miró fijamente a Victoria y pronunció cada palabra con claridad:
—No creas que humillándome retiraré la demanda.
—No solo no la retiraré, sino que ampliaré la acusación contra ustedes, los Urzúa, por difamación. Cuando llegue el momento, el señor Urzúa no solo tendrá que pagar una indemnización, sino también disculparse públicamente conmigo en las redes sociales, manteniéndolo fijado por un mes.
—Solo me pregunto si la reputación que el señor Urzúa ha acumulado será suficiente.
...
Victoria se arrepintió.
No podía permitir que la reputación de su esposo se dañara y quiso retractarse, pero Aitana sonrió fríamente:
—Esperen la citación