Temprano por la mañana, el primer rayo de sol se filtró en la suite del hotel.
Jazmín sintió que la luz era muy intensa, hundió la cara en el pecho del hombre y con voz extremadamente dulce dijo:
—Theo, el sol está muy fuerte, ¿puedes cerrar las cortinas?
El hombre se recostó ligeramente contra la cabecera de la cama, extendió la mano para tomar el control remoto y presionó suavemente.
Las cortinas se cerraron lentamente, el cuarto quedó completamente oscuro, y entonces la joven se arrepintió.
En la oscuridad, su recién casado esposo se agitó, Jazmín se mordió los labios y se quejó en voz baja:
—Theo, anoche ya, ya te divertiste.
El hombre rió suavemente, recogió el largo cabello negro de la pequeña y aspiró suavemente en su cuello delicado.
—Ayer fue ayer, hoy es la cuota de hoy.
Lo dijo muy serio.
Jazmín lo abrazó del cuello, con expresión lastimera, y hasta le dijo "hermano Theo".
Theo bajó la cabeza, con voz increíblemente tierna:
—¿Cómo me dijiste? Dilo otra vez.
Jazmín se negó a