Jazmín se levantó de la cama y corrió descalza hacia el sofá frente al ventanal, apoyando las palmas contra el cristal mientras contemplaba el paisaje nocturno del exterior.
De repente, recordó algunas escenas íntimas.
Se sonrojó y apartó las manos del cristal.
Theo entró a la habitación. Sus pasos eran tan silenciosos que la joven no lo notó. La abrazó por detrás, inclinó la cabeza para aspirar la fragancia de su cabello y le dijo con mucha ternura:
—Lávate la cara y vamos a cenar. El servicio a la habitación acaba de traer la comida.
Jazmín se acurrucó en sus brazos, aferrándose a la ternura de ese momento.
Tenía algo que la preocupaba. Su solicitud para estudiar en cierta escuela de arquitectura en Inglaterra ya había sido aprobada. Había recibido la noticia después del Año Nuevo Chino, y no sabía cómo decírselo a Theo. En un momento tan tierno como este, quería contárselo ahora.
Pero antes de que pudiera abrir la boca, Theo ya la había cargado para llevarla afuera.
En la sala de es