Los labios de Susana temblaron, varias veces quiso hablar pero no pudo decir ni una palabra.
Álvaro la sostuvo y le agradeció al médico.
Le dijo suavemente a su esposa:
—¡La niña está bien! Tranquilízate.
Susana asintió, las lágrimas rodando por su rostro.
En apenas unas horas, parecía haber vivido toda una vida, como si hubiera llorado las lágrimas de toda una existencia.
Todos los Uribe presentes suspiraron aliviados.
Jazmín fue llevada a un cuarto VIP.
Álvaro se retiró, con la intención de que Susana y Lucas pudieran aclarar las cosas.
Al fin y al cabo eran los padres biológicos, esa realidad no se podía cambiar.
Álvaro caminó por el pasillo, con cierta tristeza en el corazón. Ahora su cuerpo estaba bien, pero cuando llegara el día en que él ya no estuviera, sus dos hijos se quedarían sin padres biológicos. Aunque Susana los cuidaría, no sería lo mismo.
Aunque ya era mayo, la noche seguía fría como el agua, especialmente en un lugar como el hospital.
Al llegar al final del pasillo,