Después de cenar, Álvaro repartió regalos a los niños pequeños.
Susana era la señora de la casa, así que fue a repartir las bonificaciones. Entre los empleados domésticos, cocineros y choferes había más de diez personas en total, a cada uno le dio un sobre con veinte mil pesos, y las horas extras se calculaban por separado.
Todos los empleados de los Mesa pensaban que esta señora de la casa era muy buena.
Después de repartir las bonificaciones, Susana regresó al vestíbulo. Jazmín la tomó de la mano:
—Mamá, papá te pide que subas al segundo piso, dice que hay una sorpresa.
Susana pensó que sería un regalo.
No se imaginaba que Álvaro la llevaría a la terraza del segundo piso. El hombre consideradamente le puso un abrigo grueso y junto con los niños observaron la noche oscura.
De repente, a lo lejos se elevaron fuegos artificiales al cielo, grupo tras grupo de manera deslumbrante.
Los enormes fuegos artificiales parecían querer devorar la noche oscura, con colores intensos y dramáticos qu