Muy temprano en la mañana, Lina se despertó.
En el invierno, el aire era ligero. Al acercarse la primavera, los empleados de los Uribe estaban ocupados con las compras y los quehaceres, los automóviles entraban y salían del patio, el humo negro no cesaba, todo muy bullicioso.
Pero dentro de toda esa algarabía, también había melancolía.
Lucas se encontraba en la terraza del segundo piso, desde muy temprano vestido completamente de negro, nada alegre, aunque al menos lucía imponente y erguido. Ese rostro tenía la buena herencia de los antepasados Uribe, algo digno de admirar, pero despedía una profunda melancolía.
Para nada se veía como alguien que fuera a festejar el Año Nuevo, y menos como alguien próximo a contraer matrimonio.
Mientras lo contemplaba, Lisandra pasó con prisa, y la segunda nuera rápidamente la interceptó:
—¿Qué tiene Lucas? ¡Se ve muy angustiado! Ya se acerca el Año Nuevo, Jazmín ya debe tener vacaciones, ¿por qué no la trae para celebrar con nosotros?
Al tocar ese tem