Capítulo 402
La noche era silenciosa como el vacío. El auto se deslizó lentamente hacia la villa de la finca, y los tres niños bajaron alborotando. Después de jugar y hacer travesuras por un buen rato, los pequeños se durmieron en cuanto tocaron la almohada.

Álvaro regresó al dormitorio principal y encontró a su esposa en el vestidor. Ella estaba a punto de cambiarse la ropa por algo más cómodo para estar en casa, cuando el hombre la detuvo suavemente:

—Espera, déjame verte un poco más.

La rodeó por la cintura, con voz grave y tierna:

—Aún no he tenido la oportunidad de admirarte bien.

Susana se sonrojó levemente por las palabras románticas de su esposo.

Álvaro la alzó y la colocó sobre el tocador dorado, inclinándose para besarla. Comenzó por la barbilla, besando cada rincón hasta llegar a las mejillas y después a sus labios rojos.

Ella tembló y susurró:

—Álvaro.

El hombre respondió pausadamente, besando la suave piel detrás de su oreja, con la pasión desbordándose.

Ya que eran verdaderamente espo
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