La secretaria sonrió ligeramente. Aunque tenía una relación con Álvaro, era una persona muy pragmática. Esa relación no era más que para mantener su trabajo, además Álvaro le daba un subsidio de 20 mil dólares mensuales, lo cual para una mujer de casi cuarenta años era un ingreso bastante bueno.
Solo le sorprendía que Álvaro quisiera casarse con Melisa.
Álvaro dijo con indiferencia:
—Ahora necesito casarme con una esposa, después de año y medio busco una excusa para divorciarme. Por cierto, dile al abogado que prepare un acuerdo prenupcial, lo necesito esta noche.
La secretaria sonrió: efectivamente era así.
...
Cuando Álvaro fue a buscar a Melisa, ella estaba radiante de felicidad.
Porque iba a convertirse en la señora Mesa.
Considerando su origen humilde, para Melisa un hombre como Álvaro representaba la cúspide del poder y la riqueza. Había contemplado la posibilidad de tener un hijo suyo para asegurar más dinero y recursos, pero jamás se había atrevido a soñar que él realmente quis