Al menos su amor era por alguien a quien realmente amaba profundamente.
Damián entró al vestidor y Aitana lo vio en el espejo. Le sonrió:
—¡Ya casi termino! En un rato regresamos a la villa de Residencial Aires del Sur, ahí vivíamos antes de que te enfermaras.
El hombre estaba claramente distraído y de repente, sin previo aviso, rodeó suavemente la cintura delgada de Aitana.
Aitana se sobresaltó y le dio palmaditas en la mano:
—¡Damián!
El hombre apoyó la barbilla en su hombro delgado y juntos se miraron en el espejo, como si estuviera hablando del clima:
—Ya me siento bien. Esta noche, ¿hacemos el amor?
Aitana se sorprendió bastante. Pensaba que después de una cirugía tan grande, el hombre no tendría necesidades físicas por un tiempo, ¿y ya el día del alta quería hacer el amor? No se negó directamente, solo dijo vagamente que hablarían por la noche.
Afuera se escuchó la voz de Manolo:
—¡Ya están listos los trámites!...
Manolo no pudo continuar porque vio a los esposos abrazándose ínti