Capítulo 272
Al volver a ver a Aitana, Damián sintió como si hubiera pasado una eternidad.

Una inexplicable melancolía, una sensación de que todo era en vano, invadió su corazón.

Sin embargo, cuando la miraba, su rostro reflejaba ternura. Se acercó lentamente y, a un brazo de distancia, extendió la mano para tocar suavemente su vientre:

— ¿Se ha portado bien el bebé hoy?

Aitana no se apartó. Bajó la mirada hacia su mano y la sujetó con delicadeza:

— Ya te he dicho que el bebé aún es muy pequeño.

Los ojos negros de Damián la miraron profundamente mientras sonreía:

— Sí, aún es muy pequeño.

— Todavía no reconoce a su padre.

...

Aitana pensó que se comportaba de forma extraña, mientras sentía una punzada de tristeza.

Notaba que Damián había cambiado, pero no podía precisar exactamente en qué.

Damián se arrodilló y apoyó el rostro contra el suave vientre de Aitana. Bajo la luz, sus facciones parecían especialmente suaves, al igual que su voz, como la del esposo más atento.

— Aitana, cuando nazca nuestr
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