La noche se hacía más profunda. En Magnolia, la nieve caía cada vez más intensamente, acumulándose hasta medio metro de altura.
Aitana despertó a medianoche y sintió que todo estaba en completo silencio.
Al principio no notó nada extraño, pero luego su teléfono vibró. Era una llamada del extranjero, pero no escuchó el tono. Revisó el teléfono y no estaba en modo silencioso.
Aitana quedó paralizada. Se levantó de la cama, fue al baño y abrió el grifo.
El agua corría con fuerza—
Pero no podía escuchar absolutamente nada.
Sus oídos habían dejado de funcionar.
Aitana parpadeó suavemente y corrió a la habitación de Ana para despertarla. Ana abrió los ojos y habló entre sueños, pero Aitana no podía entender ni una palabra—
Miró a Ana confundida hasta que ésta se dio cuenta de lo que sucedía y casi rompe en llanto.
—Vamos al hospital ahora mismo.
Pero afuera la nieve caía intensamente y el transporte de la ciudad estaba completamente paralizado. Ningún conductor se atrevía a salir.
Ana intent