Aitana bajó la mirada:
—Hace tiempo que no duele.
Los ojos de Damián se profundizaron:
—Si no duele, ¿por qué lloras acuclillada en la calle? Aitana, en realidad podrías...
Aitana replicó:
—¿Llorar en tus brazos? Damián, tus brazos están demasiado ocupados.
Él quiso explicarse, pero finalmente desistió.
Aitana ya no tenía ni una pizca de confianza en él. Explicar parecía inútil, y además, sinceramente quería que ella viviera con más libertad, como le había dicho cuando le propuso matrimonio—
Mi Aitana estará en la cima del poder, admirada por todos.
Lo habían logrado, se habían convertido en la pareja más poderosa de Palmas Doradas, pero aparentemente este matrimonio era insostenible. Aitana ya no lo quería.
El amor de antaño se había desvanecido en la decepción.
Después de un largo rato, Damián acarició las puntas del cabello de Aitana:
—Vamos a casa.
...
La noche era seductora.
Un Rolls-Royce Phantom negro se detuvo silenciosamente frente al edificio de apartamentos. Damián se desabr