Jamás en la mansión Castrioli se había presentado un ataque tan sangriento, había hombres muertos por doquier, sangre y muerte era lo que había dejado a su paso, Antuan Rossi
Los hombres del Boss se dispersaron a auxiliar a sus compañeros, Nathanael no estuvo sus largas piernas hasta que llegó a las habitaciones, un llanto que conocía bien llegó hasta sus oídos, el mafioso se apresuró a ir hasta el cuarto de sus hijos, ahí se encontró con el pequeño Nathan que lloraba sin parar, el niño apenas vió a su padre lo llamó dándole los brazos
— ¡Mi pequeño! ¿estás bien? — el padre lo revisó dándose cuenta que físicamente estaba bien, solo que estaba muy asustado, todavía seguía llorando en sus brazos y hipeaba, el CEO le limpio la carita y le daba besos en el cabello para calmarlo
El mano derecha y el Boss fueron de prisa a la habitación principal, lo que encontraron ahí los descolocó, había tres hombres muertos, Nathanael reconoció el arma que le pertenecía, estaba tirada en la alfombra, es