—Hermano… —Nasser parpadeó varias veces, intentando moverse un poco en la cama, mientras en su visión borrosa, podía ver a Said delante de él.
Su rostro demacrado altamente cansado y sin color, lo alertó sobremanera, haciendo que su respiración se agitara.
—No te muevas… —lo escuchó decir con tono de preocupación, y él negó tratando de tomar su mano cerca, mientras mojó sus labios un poco secos.
—¿Qué pasó? —Said bajó la mirada negando.
—Te estás recuperando… gracias a Alá… él te guardó.
Nasser repasó la mirada por toda la habitación, solo viendo como tres hombres de la guardia extrema del Emir, miraban en dirección contraria a ellos.
—¿Dónde está Bakari? ¿Qué ha pasado? ¿Mi