Podía recordar claramente la forma en la que ataqué sus labios en el club, no estaba borracha ni mucho menos y recordaba todo.
—Lo sé —contesté con suavidad mientras me detenía frente a él.
—¿Te arrepientes? —cuestionó con suavidad y negué.
—¿Está mal que lo quiera volver a hacer? —él negó —pero fuiste quien básicamente arruinó mi vida para mantenerme aquí.
—¿Realmente arruiné tu vida? —cuestionó de forma filosa y esperó que analizara sus palabras.
—No, la verdad ayudaste en casi todo.
—No podía ir a invitarte a cenar y luego dejar que te fueras a casa sola y desprotegida. Eso pondría en peligro tu vida y la de tu hijo siendo quien era yo, si demostraba interés sin poder tenerte protegida alguien vendría y te tomaría como moneda de cambio o tal vez como venganza.
Él se sentó correctamente en la cama y rodeó mi cintura con sus brazos para acercarme a su cuerpo y meterme entre sus piernas de pie.
Él era realmente alto, porque incluso sentado su rostro daba en mis pechos y no se molestó