Capítulo 29. Burbuja feliz.
Mi orgasmo me atravesó como una tormenta y me desintegré a su alrededor con la cabeza echada hacia atrás, la boca abierta en un grito silencioso. Mi cuerpo tembló y se contrajo, ordeñándolo, exprimiendo hasta la última gota de placer.
Pero él no había terminado.
Rodeó mi cintura con un brazo fuerte, me dio vuelta casi sin esfuerzo y me recostó en la silla mientras separaba mis piernas. Tenía las bragas corridas hacia un lado, el juguete aun vibrando contra mí, y el desorden entre mis muslos, sin pudor alguno.
Entonces me penetró de nuevo, profundo y salvaje, todo él estaba dentro de mí. La sensación me mareó cuando me doblé por la mitad, el sujetaba mis piernas, hundiéndose en mí como si quisiera destrozar mi alma.
—Mierda, Solana —gruñó entre dientes—. Te sientes como el cielo, tan apretada, increíblemente húmeda.
Sus caderas se movieron contra mí una y otra vez, cada golpe arrancaba un gemido crudo de mi garganta. Aún estaba sensible por el orgasmo anterior, con el vibrador zumbando