Gio escuchó el timbre y como siempre hacía, salió corriendo para abrir la puerta. Al hacerlo, quedó en silencio con la boca abierta. Un hombre alto y fornido con el semblante adusto y mirada penetrante se encontraba frente a él. El niño se sintió algo atemorizado, pero aun así le habló amistosamente.
_ ¿Y tú quien eres? ¿Qué deseas?
Edward frunció el ceño, según su criterio, ese niño parecía bastante indisciplinado.
_ Estoy buscando a la señorita Lombardi _ dijo en un tono que a Gio le desagradó.
_ ¿Y porque la estás buscando? ¿Qué quieres con ella? _ Ya no le estaba gustando en absoluto aquel hombre, tenía un cierto parecido con James, pero ni siquiera se le acercaba en amabilidad.
_ Tengo que hablar, anda ve y llamala. Sé que está aquí _ le ordenó Edward _ ¡no me hagas perder el tiempo niño!
Gio quiso cerrar la puerta, pero el guardaespaldas se lo impidió.
_ ¡Váyase o llamaré a mi padre! Usted tiene cara de malo, ¡Váyase! _ gritó _ tratando de cerrar la puerta haciendo