CAPÍTULO 246. El amor no tiene límites.
Capítulo 245
Lo que el cuerpo recuerda.
En el silencio en el penthous Gabriel sostenía la mirada de Isabela con una intensidad que le parecía nueva y, sin embargo, no del todo ajena. Había algo en sus ojos, una mezcla de pregunta y urgencia, que la desarmó en un parpadeo.
—Isabela… bésame.
La petición salió como si fuera una confesión peligrosa, como si pronunciarla pudiera inclinar un abismo. No era una orden caprichosa ni un intento de recuperar lo perdido a la brava; había en ella una vulnerabilidad desarmante, como la de alguien que mira al borde de un acantilado y evita el vértigo con todas sus fuerzas.
Isabela retrocedió un paso, como si en el repliegue físico pudiera ganar tiempo para pensar. Sus manos temblaban. En lo profundo de su pecho sintió el ruido familiar de la ansiedad: un tambor pequeño que avisaba de peligro.
Si él no la reconoce en ese instante, si ese beso no encendiera la chispa que ella había guardado durante tanto tiempo en su memoria, sería como perderlo por s