Mundo ficciónIniciar sesiónTariq se incorporó y un gemido de dolor escapó de sus labios pero lo ignoró. El monitor de constantes vitales, sensible a cualquier movimiento, comenzó a pitar con frenesí.
— ¡Maldita sea! — Murmuró, su voz salió como un rasguño por la falta de agua.
La enfermera corrió a su lado.
— Señor Al-Farsi debe quedarse quieto, ¡Sus costillas! Llamaré al doctor.
Tariq la agarró del brazo, sus ojos verdes y brillantes por la fiebre y la determinación la silenciaron.
— ¡No! ¡No llamará a nadie! ¿Dónde está mi teléfono?
— Su teléfono... lo guardó su primo cuando estuvo aquí de visita, el señor Amir. Dijo que era por su seguridad.
El control, por supuesto, Amir quería convertirlo en una baja más, y como no lo había logrado







