—¡Qué emoción, tía Aria! —exclamo abrazándola con alegría— ¿Cuándo podré verlo?
Ellos habían esperado tanto esta noticia. Ambos habían sufrido en silencio cuando recibieron la noticia de que la tía Aria no podía tener hijos y, a pesar de que fueron a los mejores especialistas, no lograron quedar embarazados. Todavía podía recordar sus expresiones llenas de tristeza y cómo Lucian y yo fuimos una especie de escape para ambos, pero sobre todo para la tía; ella era quien peor lo estaba pasando.
El tío Evan le había insistido muchas veces que él no necesitaba tener hijos para ser feliz, que con Aria era más que suficiente, pero para ella fue algo muy difícil de asimilar e incluso su matrimonio se vio gravemente afectado. Por fortuna, habían sido capaces de superar aquello y, después de muchos años, finalmente habían decidido dar el siguiente paso y adoptar a un niño.
La adopción les había sido aprobada hace apenas unos días.
Estaba genuinamente feliz por ellos, aunque gracias al tío Evan,