Capítulo 94
|| Punto de vista de Bellona ||
La casa parecía más vacía sin ella.
Aunque Valentina no era ruidosa ni imponente, su presencia llenaba cada rincón de la casa. Ahora que se había ido, había un silencio hueco que se aferraba al aire, pesado e inquebrantable.
Pero el dolor no era solo mío.
Para Valeria era peor.
La encontré en su dormitorio, acurrucada en el asiento de la ventana, mirando al exterior con los ojos hinchados y enrojecidos. Las cortinas estaban abiertas, dejando entrar la suave luz del atardecer, pero parecía que ella no se había dado cuenta.
Estaba destrozada. Y yo no sabía cómo arreglarlo.
Entré en silencio y cerré la puerta detrás de mí. —Tesoro —le dije con suavidad.
Ella no se volvió. Su voz sonaba ronca cuando habló. «Quiero irme».
Se me encogió el pecho. «Lo sé», susurré, acercándome a ella.
«No, Bellona». Entonces se giró, con el rostro surcado por lágrimas secas. «Quiero irme a casa».
Tragué saliva, sabiendo ya lo que quería decir. «Esta es tu casa».
El