3. El Fantasma de mi Ex

Samantha entró al salón que le asignaron éste semestre para impartir su clase de taller.  Nunca se imaginó que terminaría trabajando en docencia, era una ironía, o el karma en movimiento.

Apenas llevaba un año y aún no parecía adaptarse, crear era lo suyo y no tener que lidiar con esos adolescentes tardíos que traían proyectos mal planeados y poco factibles. Que anteponían sus caprichos a la lógica y a los que muchas veces se veía obligada a regresarlos a la realidad aplicándoles un uno en su nota. Pero llevaba sin trabajo un tiempo y tuvo que aprovechar la oportunidad.

Ahora tenía que lidiar con los de quinto semestre, al menos ya los conocía a todos, o a la mayoría. Andrea, la secretaria de la facultad le había comentado hacia un par de días que regresó un alumno que había aplazado carrera por dos años.  Más de lo mismo.

Suspirando dejó sus cosas en el escritorio y oprimió el botón del control remoto para desplegar la pantalla para el proyector. Al menos este semestre pudo convencer a Octavio, el decano de la facultad para que le dejara uno de los tres salones a los que le funcionaba la pantalla. Hacer todo en el tablero era muy frustrante e insuficiente.

Conectó el portátil al proyector y se puso frente a la pantalla para iniciar la clase, antes de poner la presentación que ya tenía lista para los de quinto y dejar que la tecnología trabajara por ella al menos por media hora.

—Buenos días jóvenes. Nos volvemos a ver en la clase de taller de diseño.  Como ya saben, este semestre trabajaremos en un nuevo proyecto para implementar las temáticas que deben verse en las demás clases, sumadas a las que ya han visto en semestres anteriores. 

»la temática del proyecto para este semestre será… —Samantha cruzo la mirada con unos impresionantes ojos verdes que la veían con atención desde la fila derecha del salón. Un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras veía al dueño de esa mirada como si acabara de entrar en la dimensión desconocida.

No podía estar viendo lo que creía estar viendo. Era Eduardo, con ojos verdes, pero era él. Estaba sentado con una pose de modelo vicioso en la primera silla, junto a la ventana.

Samantha solo pudo dar un paso atrás y sintió como el sudor se deslizaba por su frente. No sabía cuánto tiempo había pasado mientras veía de pies a cabeza al fantasma de su ex que la veía con expresión curiosa y casi burlona. Salió de su estupor cuando escuchó que una alumna tosía con fuerza.

—Lo, lo siento… como venía diciendo… —Sam no se podía concentrar sintiendo la intensa mirada, sumada a las risitas y los murmullos que se escuchaban en el salón. Ella nunca se había quedado bloqueada de tal manera, pero jamás esperó encontrarse a Eduardo, o más bien a su clon, en el salón de clase.

Recordó que en la presentación estaba toda la información del proyecto y se hizo a un lado apagando la luz y poniendo el proyector a funcionar.  La presentación tenía audio pregrabado, así que se sentó mientras los alumnos se quedaban callados y ponían atención a la pantalla.

Respiró profundo, mientras volvía a sentir la intensidad en su rostro. Al girar, de nuevo el fantasma de Eduardo la seguía mirando con curiosidad. Samantha sentía como se le subían los colores al rostro, pero no era por las razones que se imaginarían sus alumnos.

Se decidió a evitar la mirada de aquel sujeto y con la poca luz que entraba de su lado tomó la agenda y revisó sus apuntes.  Tenía que concentrarse, o si no los alumnos aprovecharían su debilidad. Ya había oído que la llamaban la SS y no propiamente de cariño, no se quería imaginar que iban a inventar ahora que la habían visto tropezar con el gemelo que Eduardo nunca tuvo.

Se calmó mientras escuchaba como avanzaba la presentación. Al terminar encendió la luz y apagó el proyector mientras se ponía en pie frente a la pantalla.

—Muy bien. Así como lo vieron, éste semestre trabajaremos con discapacidades. Cada uno elegirá un tema para investigar y deben generar un producto que sea de utilidad para que el usuario pueda desenvolverse con el ambiente. Recuerden que debe tener los lineamientos de ser usable, transportable y eco amigable.  Para la próxima clase ya deben tener decidida e investigada la discapacidad que utilizarán y en un par de semanas comenzaremos con las revisiones de anteproyecto. ¿Tienen alguna pregunta?

Un par de alumnos tímidamente preguntaron sobre el tema, pero nadie más se atrevió a hablar. Samantha había recuperado su postura usual, así que, aunque todos sentían curiosidad por su traspiés, ninguno se atrevió a intentar irritarla.

Samantha despidió la clase, a pesar de que aún faltaban quince minutos. Pero la verdad es que no soportaba más estar ahí con Eduardo, o con quien fuera aquel hombre.

Desconectó todo tratando de no mostrar su afán por salir corriendo y se despidió de los alumnos. Salió antes que todos lo más rápido que pudo para esconderse en el salón de profesores, al menos allí no corría el riesgo de ver de nuevo a aquel que estaba derrumbándole la seguridad y la cordura.

En el salón de clases, Álvaro y David veían salir a la SS como alma que lleva el diablo. Apenas se fue del salón, Álvaro soltó la carcajada.

—¡Oh dios mío! ¿Viste eso? —le dijo Álvaro a David mientras le daba un manotazo amigable en el hombro —¡Casi matas a la SS!

—Oye, oye… no es para tanto —respondió David frunciendo el ceño.

—¿Qué no es para tanto? —preguntó Álvaro con sorna —. El tempano de hielo de la SS casi se derrite a tus pies y me dices que no es para tanto. ¡Amigo! Nunca vi a esa mujer tan alterada como hoy.

—Lo imagino, pero más que alterada, parecía asustada. —dijo David con algo de incomodidad. Álvaro volvió a reírse.

—Si, al principio parecía que hubiera visto un fantasma. A lo mejor le recuerdas al ex que la volvió agria como un limón.

Álvaro lo mencionó como un chiste sin imaginarse lo cerca que estaba de la realidad.  

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