Para una joven mujer que nunca se ha dejado llevar por sus hormonas ni por el qué dirán es difícil caer en las galanterías de los hombres de su edad, pero no cuando se le cruza un desconocido en un viaje, que le dice cosas lindas y la hace sentir especial. El problema viene cuando el resultado de ese deslumbramiento se muestra en forma de dos rayitas y náuseas matutinas. Para no defraudar a sus padres, Elena recurre al único nombre que la podría salvar del infierno… sin saber que sería peor. Para un hombre de treinta años, resuelto en no casarse, ser libre y dedicarse a manejar la empresa que tanto le costó levantar, y que se consigue una mujer con sólo un chasquido para pasar unas horas agradables, todo se vuelve un caos cuando su mejor amiga lo culpa a él de haberla embarazado. Ese hombre dulce que es Noah se pierde un poco, porque no está dispuesto a hacerse responsable de algo que no le corresponde, pero al verse acorralado, no le queda más remedio que aceptar un falso compromiso con su mejor amiga… sin saber que eso sería lo mejor que lo podría pasar. Obra registrada en Safe Creative bajo en número 2309155325876. Se prohíbe la reproducción, adaptación o distribución sin la autorización de la autora.
Ler maisElena, con cierta timidez ingresa a aquella farmacia y le pide al dependiente dos pruebas de embarazo. El hombre con una sonrisa se les entrega y al verla algo indecisa, le dice cuánto es lo que debe pagar por ellas. Con las manos temblorosas, Elena le entrega el dinero y antes de salir de allí se gira nuevamente y le pide tartamudeando un poco.
—¿Po-podría prestarme s-su baño, p-por favor?
—Sí, claro, pase por aquí —el hombre le indica por donde debe pasar y ella agradece.
Una vez que pasa el seguro, mira aquellas cajas y lee atentamente las instrucciones, luego de seguirlas al pie de la letra se lava las manos y espera los minutos que señalan. En ese momento tiene tanto miedo de todo lo que pueda suceder, porque sabe que, si el resultado es positivo, su vida dará un giro totalmente incierto.
Cuando el tiempo se cumple, se acerca a ver las pruebas y cae de rodillas en el suelo aterrada, su rostro entre sus manos y comienza a llorar desconsolada. Se abraza el cuerpo y se queda allí unos minutos más hasta que decide ponerse de pie, guardar las pruebas en su bolso y sale de allí, agradeciendo nuevamente al dependiente y sale a la calle. El frío clima de Londres le pega en el rostro, sin embargo, no es mayor al frío que siente en su corazón en ese instante.
En ese momento no sabe a quién recurrir, sabe que ha decepcionado a todas las personas que la aman, especialmente a sus padres, que fueron quienes confiaron en ella para que fuera a aquel viaje en donde conoció a ese chico…
—No vale la pena recordarlo ahora —murmura para sí misma y comienza a caminar hacia la parada del autobús mientras analiza sus alternativas.
La primera y la más difícil es buscar a aquel chico que conoció en Copacabana, pero sólo con el nombre será casi imposible lograrlo. La segunda es no decirles a sus padres y asistir a una clínica en donde puedan realizarle un aborto. Y la tercera… es decirles a sus padres y sólo cerrar los ojos mientras le gritan de todo, porque eso es obvio que sucederá.
—Creo que la segunda es la más factible de todas… —dice abrazándose al cuerpo mientras sube al autobús y toma asiento.
Se baja en la universidad, pero poco puede hacer durante las clases porque no logra concentrarse en nada. Al salir de allí, vuelve a tomar otro autobús y se va directo a su hogar, rogando que sus padres no se den cuenta de lo que le sucede.
Pero no tiene tanta suerte.
Como todos los días, entra y cuelga su bolso en la entrada de la casa, sin embargo, justo cuando su madre se está acercando a ella para saludarla con un abrazo como todos los días, el perchero cede y su bolso se cae abriéndose en el proceso y saltando aquellas dos pruebas que Elena quería esconder. Sus ojos se abren de par en par y su madre se acerca con el ceño fruncido. Antes de que la muchacha logre tomarlos entre sus manos, su madre lo hace por ella y cuando ve aquellas pruebas se lleva una mano a la boca y mirando a Elena con total decepción.
—Dime que no son tuyas… —susurra a su madre con los labios temblorosos y Elena se lleva las manos al rostro—. ¡¡Dime que no son tuyas estas pruebas!!
—¿Qué pasa, Mirna? —la voz de Enrique, el padre de Elena, se escucha tras la mujer y al acercarse logra ver aquellas pruebas en las manos de su esposa. Una rabia profunda lo invade y toma con fuerza del brazo a Elena.
—¡¿Qué demonios es lo que significa esto?! ¡¿Acaso estás embarazada?! —la hamaquea con fuerza, pero la muchacha no logra que las palabras pasen de su garganta—. ¡¡Contesta de una m*****a vez!!
—Sí… —les responde en medio de los sollozos.
—¡Lo sabía! ¡¡Yo no debí dejarte ir a ese maldito viaje, sabía que esto iba a pasar!! ¡¿Dime quién es el padre de este bastard0?! —pero Elena nuevamente se queda callada.
Esta vez no tiene respuesta para aquello, sólo tiene el nombre, no tiene fotografías, números ni nada. ¿Cómo se supone que les diga a sus padres que el padre de su hijo es un hombre al que jamás en la vida volverá a encontrarse?
—No me digas que no tienes idea de quién es el padre de tu hijo… ¿Con cuántos fue que te acostaste en Brasil para no tener idea de quién te preñó? —pero Elena no puede responder. Su madre la arranca del brazo de su padre, se para frente a ella y le da una fuerte bofetada, haciendo que las lágrimas de Elena salten lejos.
—Contesta de una vez, ramera —sisea la mujer, mientras Elena no puede creer lo que le está pasando—. ¿Es cierto lo que dice tu padre? ¿Que no tienes idea, quién te embarazó? —pero Elena sólo puede llorar sin poder articular, ni una sola palabra por el miedo que la embarga. Su madre la toma fuertemente del brazo y camina con ella hacia la salida abre la puerta de par en par y le dice con ira.
«Elige, o respondes quién es el padre de tu hijo o te largas ahora mismo de esta casa… ¡Porque yo no crie a una pvta! —Elena mira con terror a su madre, nunca le habló así y mucho menos la golpeó.
Ante el silencio de Elena, Mirna camina con ella a la salida, salen al frío y la llovizna de la ciudad, la lanza a la acera húmeda y dura, mientras la chica la ve con el miedo de que su madre en realidad está cumpliendo su amenaza.
—Te dimos la confianza suficiente para ir a ese viaje ¿y así nos pagas? No veo otro momento en el cual quedaras embarazada, así que dime, ¿quién es el padre de ese hijo? —Elena se siente atrapada, por más que quiera decirles la verdad, ellos no van a creerle, hasta que a su mente llega un solo nombre y cuando su madre se gira para dejarla tirada allí, con un grito desesperado responde.
—¡Noah! —su madre se gira como posesa y ella solloza más—. Noah Cummings es el padre de mi hijo.
Cuando Noah llega al hospital gritando por ayuda, Elena abre lentamente los ojos y él respira con algo de alivio, pero de todas maneras arma un enorme escándalo para que la atiendan lo antes posible.—Estás exagerando como siempre —se ríe ella y Noah niega categóricamente.—No puedes vomitar de la nada y luego desmayarte por casi quince minutos. El doctor tiene que hacerte todos los exámenes posibles.—Insisto, exageras…—Tu accidente, ¿recuerdas? El doctor dijo que debemos tener cuidado con estas cosas, porque pueden ser consecuencias del choque… así que no exagero.Ella lo ve angustiado y cuando el médico comienza a pedir antecedentes, ella le da todos, incluidos esos que sabe es imposible que sean relevantes, como la fecha de su último periodo.Noah no se aparta de ella ni un solo segundo y para cuando el m&eacut
Elena se pasea por su habitación tratando de decidir si será una buena idea ir a ver a Noah o no. Sabe que su hermano ha cumplido la amenaza de dejar la dirección del hotel, pero aún las dudas la mantienen prisionera en aquel cuarto en donde ya casi está haciendo un hoyo en la alfombra.Se deja caer en la cama mirando a todos lados y una fuerte opresión en el pecho la ataca cuando recuerda la expresión de tristeza de Noah.—Eso se lo provoqué yo —Dice con una certeza que la hace ponerse de pie—. Noah nunca ha sufrido por una mujer… Todas siempre le han dado lo mismo y está yendo a terapia, algo que muchas veces le dije que tenía que hacer por su manera de vivir la vida.Y así comienza a sacar conclusiones de lo que ha visto en él.Cierra los ojos y a su mente comienzan a llegar todos los momentos, desde el instante en que supo que estaba embarazada la ha protegido incluso más de lo que hicieron sus padres con ella en toda su vida, porque siempre le dio la plena libertad de elegir lo q
Siempre pensó que aquellos hombres que se quedaban solos exageraban cuando pasaba todo, incluso tres semanas, y seguían diciendo que estar sin la mujer de su vida era un infierno. Pero ahora a Noah le ha tocado vivir de primera mano aquello que muchos describieron como la sensación más horrible del mundo y de la cual algunos no han salido jamás.Luego de que Elena se despidiera de él aquel día en la oficina, corrió a la casa para buscarla, sin embargo, cuando llegó a ella ya su mujer no estaba. Se había llevado lo que según parecen ser las cosas más esenciales, sin embargo, su perfume y su presencia seguían allí.Llamó a Santiago para preguntarle dónde estaban, pero su amigo se negó a hacerlo porque entendía que su hermana necesitara alejarse.Y con todo eso, Noah solo se resignó a que Elena se había marchado p
Cuando Noah ve el rostro del doctor Castelli al día siguiente, sonríe ampliamente porque sabe que ese rostro sólo son buenas noticias.—Le quitaremos el medicamento que la mantiene en coma, su cerebro está en perfectas condiciones y el resto de su cuerpo se sigue recuperando satisfactoriamente.—Gracias, doctor… gracias por cuidar de ella.—No tienes nada que agradecer, ha sido un gusto cumplir con mi trabajo. Vamos…Noah lo sigue por el pasillo con una sonrisa enorme, todos sienten el alivio al fin de saber que Elena está mejor y que pronto abrirá sus ojos, pero eso sólo trae otra preocupación más: decirle lo del bebé.Llegan a un cuarto regular, Noah observa como un halcón cómo le van quitando todo y la dejan solo con una vía. Se retiran para darles privacidad y él le toma las manos para que sienta su pre
Cuando Noah llega con su madre, ella sólo lo abraza con fuerza porque puede notar la contrariedad en el rostro de su hijo. Al separarse ella le da la mano y lo lleva a sentarse, a Noah no le pasa desapercibida la manera en que el asistente de su padre lo mira, pero en lugar de preguntarle a él, decide hacerlo a su madre.—¿Qué sabes?—Todo —le dice ella algo nerviosa y respira profundo—. Antes de que lo sacaran en la ambulancia hacia acá, le ordenó a su asistente que me contactaran aquí y que me mantuvieran al tanto de todo… y a ti te dejó como responsable de él.—Pero si yo ni siquiera tengo su apellido, ¿cómo demonios puedo tomar decisiones por él?—Pues… ya pregunté y tú siempre has sido su contacto de emergencia —Noah se pasa las manos por el cabello y Silene le dice—. Fue Henry q
En cuanto Jeremiah sale al estacionamiento, Henry se acerca a él furioso para pedirle explicaciones por haberlo sacado del hospital de esa manera tan humillante para el hijo de un senador, pero antes de que le reclame algo al hombre, recibe un puñetazo que lo manda al suelo y el equipo de seguridad se lanzan sobre Jeremiah para detenerlo.—¡Eres un hijo de puta! —escupe Jeremiah mientras se suelta de los hombres y Henry se coloca tras el auto para que no lo golpee de nuevo—. ¡Querías que te tapara un homicidio frustrado!—¡Entiende que nada de esto es mi culpa! ¡Pero ese imbécil se puso entre mi mujer y yo! ¡¡Y no podía permitirlo!!—¡¿Y qué pensabas hacer cuando mataras a Noah?! ¡¿Llevarte a Elena a casa de tu padre y presentarla como tu prometida?! Porque te recuerdo que ya tienes un compromiso…&mdas
Último capítulo