Jade no era de las que se molestaba tan fácilmente. Así había sido criada, para ser alguien sumiso y que aguantara todo con la cabeza gacha. Pero hasta ella tenía un límite y esta vez el fino hilo se había roto.
No le importó que Vladek la regañara después por lo que iba a ser. Le demostraría que a pesar de ser una humana, también valía algo. Por lo que cruzó la calle hacia uno de los puestos, precisamente uno que tenía varias telas y tapices.
-¿Qué desea?- la mujer mayor que lo atendía le sonrió.
-Deme ese- Jade señaló una gran manta de doble capa con dibujos bordados discretos y no muy caros. Buscó dentro de una bolsita que Vladek le había dado antes de partir y sacó algunas monedas- Quédese con el vuelto-
En otro momento sonreiría a la mujer. Más no ahora.
Vladek seg