Los policías llevan a Alessia y Jacob al hospital, donde les hacen un chequeo médico. Les revisan las heridas, les limpian las quemaduras, les dan oxígeno y les hacen unos análisis. Les dicen que no tienen nada grave, pero que deben quedarse en observación por unas horas.
-¿Cómo se sienten?-les pregunta uno de los policías que los acompaña.
-Me siento mejor-dice Jacob con una sonrisa-. Gracias por traernos aquí.
-Yo también me siento mejor-dice Alessia con otra sonrisa-. Gracias por cuidarnos.
-No hay de qué-dice el policía con amabilidad-. Es nuestro deber. Estamos aquí para protegerlos.
-¿Y qué pasó con Carlos?-pregunta Jacob con curiosidad.
-Pues, tenemos malas noticias-dice el policía con seriedad-. Carlos logró escapar del fuego.
-¿Qué?-pregunta Alessia con sorpresa-. ¿Cómo lo hizo?
-Pues, resulta que había otra salida en el último piso-dice el policía con frustración-. Una salida que nosotros no conocíamos. Carlos la usó para huir y bajar por las escaleras. Luego tomó un auto y