CAPÍTULO 11: ACERCAMIENTO
Evadne
Después de tres horas cortando la leña con el vestido pegado a mi cuerpo por el lodo, empiezo a considerar que no fue la mejor idea del mundo ponerme altanera con la tal Juno. Los brazos me arden con cada levantamiento que hago del hacha y ya me he quedado prácticamente sin fuerzas, pero mi terquedad por probar que soy capaz de hacer esto es lo único que me impulsa a seguir.
Levanto el hacha una última vez para cortar un tronco grueso de roble, confiada en que me saldrá bien. No obstante, el hacha se me queda atorada a mitad de camino y ahora es imposible de mover.
—¡Rayos! —protesto conmigo misma.
Apoyo mi pierna sobre el mango de la herramienta sin ningún éxito, y si intento sacarla tampoco tengo ningún resultado. Si fuera una loba esto sería como cortar mantequilla.
—¡Arg! —refunfuño. Tomo el tronco con mis manos, como si la furia me ayudase a abrirlo. Mi mano se desliza por dentro de la madera y de pronto siento una enorme astilla enterrándose en m