Los jardines del palacio vibraban con el murmullo de voces, el tintineo de copas y el suave sonido de la música de liras. Una recepción real se llevaba a cabo, un evento lleno de color y formalidad que para Nefertari se había convertido en un escenario. Se movía entre los cortesanos con una gracia estudiada y una sonrisa fingida en sus labios. A su lado, el príncipe Menkat, alto y arrogante, hablaba con un tono de voz elevado, disfrutando de la atención que atraía.
Nefertari lo escuchaba o al menos fingía hacerlo. Asentía con la cabeza en los momentos oportunos y sus ojos se posaban en los suyos con una falsa admiración que le resultaba repugnante. Menkat describía los preparativos para la boda, sus planes para el futuro que los uniría, un futuro que para Nefertari no existía. Habló del templo que mandaría a constr