Los ojos de Khafa se abrieron un poco. No se inmutó, no alzó la voz. Simplemente asimiló la información, el enorme riesgo que implicaba. Llevar a una princesa, una novia fugitiva, lejos del alcance del faraón y del implacable Menkat… eso no era un simple encargo. Era una traición, un acto de rebelión con consecuencias mortales.
Baketamon desató un pequeño pañuelo de seda de su muñeca. Dentro, cuidadosamente envueltas, había un collar de lapislázuli y oro, y un par de aretes de plata labrada, joyas que Nefertari había atesorado desde niña. El brillo de las piedras preciosas captó la luz de la lámpara.
—Mi señora le ofrece esto —dijo, ofreciéndole las joyas a Khafa—. Y mucho más, mi señor. Todo lo que ella posee. Su libert