Solan dio una vuelta mas en su cama, no lograba conciliar el sueño, había algo que le estaba molestando y claro que sabía el qué. Pero era demasiado obstinado para reconocerlo en voz alta, de nuevo dio un gruñido voluntarioso y soltó un golpe al costado de su cama, se sentó un momento y restregó los dedos en el cabello. Esa maldita situación lo iba a volver loco, ya no era suficiente el verlo a lo lejos y saber que lo tenía ahí, para cuando él quisiera, ahora quería tenerlo un poco mas, oler su frágil piel y perderse en ella, en sus pequeños ojos que lo miraban con admiración. Lanzó las sábanas y salió fuera de su habitación dispuesto a encontrarlo, si estaba en lo correcto, Gabrielle se encontraba con Foran dando el rondín. Se detuvo al escuchar un par de voces agudas.

-Ya era hora de que aparecieras, creí que te quedarías en esa choza tuya.
-Este es mi sitio, le guste a quien le guste.
-Ya,eso es lo que crees.
-No vine para escuchar tus discursos.
-¿Entonces? ¿A qué has venido