capítulo 29

El hombre entró con cautela en las entrañas de la vieja catedral, sus ojos se posaron en cada rincón momentos antes, lo que menos deseaba era encontrarse con Solan en ese momento y tener de nuevo una riña con él. Lo creía un traidor, y quizá estaba en lo correcto. Haberle ocultado ciertas cosas lo volvía un indeseable ante sus ojos, pero ¿Qué esperaba? Tampoco había mucho que esperar de su parte, pero también era consciente de que haber ocultado al soldado era algo peligroso. Suspiró irritado y abrió la puerta falsa por la que siempre entraban los gitanos. No se dio cuenta de que había alguien observándole.

—Ya era hora de que aparecieras, creí que te quedarías en esa choza tuya.

Volvió el rostro para encontrar a Jeremiah con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que no era de camaradería precisamente. No tenía las ganas de responderle como se merecía por meterse en asuntos que no eran suyos, pero tampoco deseaba empeorar la situación con los suyos.

—Este es mi sitio,
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