Olivia Bennett
Alex me besa apasionadamente. Siento una mezcla de anhelo, amor y deseo, lo que demuestra que dice la verdad.
Creo que así es el amor: va más allá de las apariencias; es una conexión de almas, un vínculo invisible que, pase lo que pase, siempre nos atrae.
Me encanta estar en brazos de mi marido, y cuando me levanta y me lleva a la cama, me entrego por completo, sin vergüenza de ser yo misma, sin vergüenza de mostrar mi cuerpo. Alex venera cada centímetro de mí, extendiendo sus besos por mi piel, que hormiguea con cada roce. Siempre es así cuando estamos juntos, una electricidad que lo intensifica todo y nos une aún más. Alex me tumba de lado y me penetra por detrás. Mientras mete su miembro palpitante dentro, besa mis labios y mi cuello, haciendo todo aún más placentero. Sus labios se acercan a mi oído y me susurran lo hermosa que me encuentra, lo mucho que le encanta follarme, y eso solo me pone aún más húmeda. No tardamos mucho en alcanzar la cima del placer, y esa no