Adentrándose

Tres meses después, 19 de marzo es una noche tan lluviosa que el río arrastra las grandes piedras que colisionan entre sí sumergidas en el agua dejando escuchar un fuerte sonido seco que advierte el peligroso crecimiento de ese paso. La familia se encuentra refugiada y segura dentro de su hogar. James y Janna toman té en la habitación a la vez que ella dibuja mariposas sobre las hojas de un pequeño cuaderno rosa. Elena descansaba en su cama, había tenido un fuerte día de agotamiento al mismo tiempo que sentía un incómodo malestar general de su cuerpo por lo que se decide a simplemente recostarse para cerrar sus ojos y recargar sus energías.

Julio, intentaba también buscar la forma de descansar un poco puesto a que se estaban acercando las once de la noche y no lograba conciliar el sueño, algo muy extraño y aún más cuando estaba totalmente acostumbrado a dormir apenas se hacían las nueve y cuarto en cada noche de todos los días. Julio tenía una sensación de inquietud que quizás era la razón del insomnio que sufría justamente esa noche. Puede ser la preocupación de la capacidad del río para crecer y los daños que haría si eso llegara a pasar, también pudo tener algo que ver los aullidos y ladridos de los lobos en sus jaulas y sumando su enfermedad que casualmente ese día no estaba para nada suave, sin embargo, Julio se le ocurría mejor ir a la ventana a tomar un aire más fresco con la idea de que sus pulmones tuvieran más facilidad para inhalar y exhalar oxígeno. Antes de ir a hacer eso pasa por la cocina buscando un vaso para servirse algo de tomar, al volver a la parte trasera de la casa donde se encontraba la puerta y junto con ella una ventana escuchó el sonido de algunas piezas de hierro, sonó como si los eslabones de una cadena se hubiesen rozado.

Era muy confuso para Julio porque no se le ocurría nada de dónde pudiese haber venido, entonces concluyó que tal vez los demás animales pudieron haberlo producido, aunque ninguna otra vez o día había pasado. Hasta que justo un segundo después observando por la ventana ve pasar una especie de sombra, definitivamente se alerta al mismo tiempo que los lobos comienzan a ladrar justo en la dirección en la que vio aquel movimiento. Su primera reacción por inercia es abrir la puerta y tomar una linterna de un cajón para salir a ver qué pasaba, mientras libera el cerrojo de la puerta y gira la manilla su corazón comienza a acelerarse, sale y se dirige al lugar donde vio pasar la sombra y se queda paralizado al mirar a un hombre de abrigo y botas que estaba totalmente vestido de negro y sostenía en sus manos algún tipo de cadena. Julio aún no entiende la situación, pero se fija que aquel hombre rodeaba la jaula de Paine, fue allí donde reaccionó y gritó. 

 — ¡Hey, ¿Qué haces, ladrón?! —  

El hombre voltea a mirarlo, pero… Julio no logra ver su rostro, enciende su linterna para iluminarlo y al hacerlo su adrenalina se desborda de su sistema al notar que su rostro estaba cubierto por una máscara también negra con una expresión macabra que congeló su respiración. Paine comenzó a ladrar muy fuertemente y los demás lobos hicieron lo mismo creando un ruido ensordecedor casi como una alarma, cuando Julio va a moverse siente como alguien lo atrapa desde la espalda rodeando con su brazo y presionando bruscamente su cuello haciendo que se sienta asfixiado, este sujeto arrastra un poco a Julio hacía el otro enmascarado que comenzaba a encadenar a Paine sosteniéndole el hocico con guantes de malla pero detrás de ambos la puerta se abre, James sale de la casa con un tubo de hierro y sin amago alguno levanta su brazo golpeando por detrás de la cabeza al sujeto que asfixiaba a su padre.

Este sujeto suelta inmediatamente a Julio, se tropieza debido al gran golpe y cae al suelo su máscara. Todos quedan inmóviles a excepción del sujeto tambaleante que se levanta y deja ver su rostro, James no podía creerlo conocía la cara del atacante, aquella notable cicatriz que reconocería enseguida en cualquier lugar. Se trataba de Mau, el hombre que había venido a su casa supuestamente para hacer negocios y establecer su carnicería en el pueblo. En shock, James pregunta. 

 — ¿Qué demonios? —  

Mau en cuestión de segundos introduce su mano en el abrigo sacando un arma de fuego, la apunta, presiona el gatillo y solo se escucha el lacerante sonido de la detonación impulsando el proyectil.

La lluvia lava la sangre que en el suelo se derrama y corre con desesperanza, James pierde el aliento mirando a su padre desplomarse sobre el suelo justo a un lado de él. El disparo en el pecho, atravesando justo el corazón de Julio acababa con toda posibilidad de su supervivencia, fríamente asesinado por Mau quien guardó su arma y se echó a correr, pero extrañamente su compañero aún seguía allí mirando a James y al cuerpo de su padre sin vida tendido en el piso hasta que un minuto después se volteó y también se marchó adentrándose en el oscuro y neblinoso bosque. James cae de rodillas y en llanto de dolor frente a Julio que perdió la vida protegiendo a Paine de Mau y el otro ladrón enmascarado, jura encontrar a quien cometió este crimen y vengar a su padre. Suelta un grito hacía el cielo sosteniendo a Julio entre sus brazos, es cuando Elena sale a consolarlo y a ayudarlo a manejar la situación que estaba ocurriendo, lo abraza y le ayuda a entrar junto con su padre a la casa para secarse y procesar todo lo que había pasado.

 

 — Cariño, cariño. Calma por favor tenemos que mantener la calma. — Eran las palabras que Elena decía a James quien comenzaba a sentir enojo y culpa de la muerte de su padre. 

 — ¿Por qué, por qué? — Preguntaba James a nadie.

Cerró los ojos de su padre y secó su rostro con una toalla. Los aullidos de los lobos no cesaban haciendo parecer que también se lamentaban por Julio, eran lo suficientemente fuertes y sonoros que podrían escucharse incluso en el pueblo y dejando eco en el bosque. Ya había fallecido por lo que era demasiado tarde para llevar a Julio a un hospital, simplemente esperaron el amanecer en vela y dolor, ¿Que más podrían hacer? Era más que obvio que James era incapaz de pegar un ojo para descansar, solo podía sacar conclusiones de todo lo que había ocurrido, sentir mucho arrepentimiento e incluso pensar en la venganza que cada segundo se le hacía una mejor idea, aunque Elena intentaba convencerlo de resolver las cosas de otra manera, es decir, prefería ir a la policía y denunciar a Mau y a su compañero. Sin embargo, era muy difícil tratar de hacer entrar en razón a James que era controlado por su ira desatada, intentaba averiguar quién era el otro enmascarado acompañado de Mau que estaba en la jaula y más misterioso aún por qué quería robar a Paine.

— (Si tan solo te hubiese vendido). — pensó James mirando a los ojos de Paine, quizás imaginando que posiblemente de esa manera Julio estaría con vida, pero… ¿Quién sería adivino o por lo menos pensaría que sucedería el presente caos?

Al siguiente día un par de caballos con pecheras y correa guiaban el camino de un carrusel fúnebre por los caminos del pueblo con destino al cementerio, dicho carrusel cargaba el ataúd contenido del cuerpo de Julio y a la par del mismo caminaban vestidos de negro en señal de respeto los familiares más cercanos al igual que algunos conocidos y religiosos que le brindarían una despedida y un descanso eterno con sus oraciones.

El ataúd va bajando al igual que las lágrimas en los rostros de las personas presentes. 

A partir de ese momento todo cambió, James sufría constantemente más de estrés y arranques de enojo debido al "trauma" con el cual estaba luchando, fue a la tienda y directamente al mercado para comprar comida y.

 

 — Amigo, por favor colóqueme 2 kilogramos de bistecs. — Pide al carnicero en voz alta. 

 Sin embargo, el carnicero tiene mucha calma y atiende con lentitud su pedido. 

 — ¡¿Podrías apresurarte?! — Exclama James con un fuerte carácter al carnicero. 

 Las personas alrededor lo miran hasta incluso murmurar entre ellos. 

 — ¡¿Que están mirando?! 

 — Señor, por favor cálmense o si no tengo que pedirle que abandone el local y no quiero llegar a ese punto. — Aclara el dueño dirigiéndose a James. 

Solo toma sus bolsas, cancela el monto de su compra y sale del local bruscamente, James parecía no tolerar absolutamente nada quizás porque "la importancia de la vida" o el "sentido" que tenía no era nada lógico para él. Con cada persona que se encontraba actuaba de esta manera.

— James, olvidaste las papas. 

 — ¿De qué hablas, Elena? 

 — Si, cariño. No las has traído. 

 — Por Dios, no me mencionaste en ningún momento papas. 

 — Si lo hice, pero no importa usaré otra cosa… 

 — ¿Me estás diciendo que soy un mentiroso? — James toma una actitud alterada levantándose de la mesa y caminando hacia Elena. 

 — James, James… — Elena da varios pasos hacia atrás invadida totalmente por el temor y angustia. 

 — ¡Dime!, ¿Tengo cara de mentiroso? 

 — No, James. Por favor vuelve a sentarte. — El cuerpo de Elena inconscientemente comienza a temblar mientras está de pie acorralada contra una esquina de la cocina. 

 — Vaya, ya estoy cansado de que siempre sea lo mismo "James cálmate, James baja el tono de voz, James esto, James aquello" ¿Acaso tienes idea de lo que estoy pasando?… 

 — James piensa lo que vas a hacer, piensa en Janna. 

 — ¡Tienes que respetarme!  

 — ¡Lo mismo te pido, James!

 — ¡Ya! — Grita James mientras suelta un golpe que llega a la cara de Elena provocando que le aparezca un notable hematoma. 

 — … Ja-James. — James se da media vuelta para irse.

Intentó utilizar maquillaje y aunque si le ayudaba un poco a disimular el grave golpe aún no era suficiente para hacer parecer que todo estaba "normal".

Elena ya no quería soportar más lo que estaba viviendo y enfrentaría lo que fuese con tal de conseguir su paz y más importante aún, la de Janna. No importa si se quedaba o se marchaba.

Intentaban que la vida siguiera su camino con normalidad, que las aguas bajaran y poder tener estabilidad en el hogar más allá de vivir juntos. James acaba de salir de casa para dirigirse al pueblo, tiene en mente compensar todo lo que hizo por lo que sale en la tarde a comprar un par de cosas.

Pasada la tarde James regresaba nuevamente a casa.

— ¡Hola!, Estoy en casa. 

 — Me tenías preocupada, James. Pensé que estabas en las jaulas con los lobos, pero me fijé que no y no sabía don… 

 — Te traje esto, cariño. — James muestra en su mano el ramo de flores al igual que una sonrisa en su rostro. 

 — James… Que lindo, gracias. De verdad no paso por mi mente. 

 — Aún no es todo, falta algo más… — Mete la mano en su bolsillo y saca un pequeño paquete de plástico. 

 — Estoy muy nerviosa, ¿Qué es esto? 

 — Averígualo, creo que iría contigo así que apenas lo vi me llamó la atención justo viniste a mi cabeza, por lo que te lo traje. 

 — Es… Hermoso, esto es muy bonito. — Con mucho asombro Elena descubre los pendientes que James le entregó. 

 — Muchas gracias, cariño. — Agradece mientras sus ojos se llenan de lágrimas y piensa. 

 — (Esto es increíble, ¿Será que de verdad se anima a ser mucho mejor persona a partir de hoy y esta es la señal?). —

James regresó a cuidar a sus animales en las jaulas.

— (Creo que hoy comenzaré primero por los cerdos, luego las aves y por último los lobos). — pensó justo antes de mirar algo que no habían notado antes.

Quizás porque no lo recordaban o porque no examinaron detenidamente el lugar, pero… James se dio cuenta de un objeto que parecía estar medio enterrado en el suelo y cubierto de polvo y hojas. Se acercó para descubrir que era, quedó sorprendido y recordó "Cuando golpeé al asesino de mi padre por la espalda en el momento que lo estaba asfixiando, le di tan fuerte que lo tumbé y su máscara se desprendió completamente cayendo en el suelo, fue allí cuando pude ver su rostro y vi que se trataba de Mau, él sacó su arma y disparó a mi padre para luego salir corriendo, lo que no recuerdo es… Que el haya tomado de nuevo la máscara del suelo." Lo que significa que lo que estaba por encontrar era la máscara que Mau estaba usando. 

 — (Esto es una pista, puede ser que logre localizar a eso criminales y hacerles pagar por todo lo que han hecho. Alguien la tuvo que haber hecho o debe saber de dónde proviene, si encuentro de dónde viene la máscara quizás también encuentre a su dueño). — Imaginaba James mientras efectivamente limpiaba la máscara que ahora tenía en sus manos.

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