Minutos después de que el pánico se apoderara de Albert y de la azafata, el capitán Duarte logra controlar y sobrellevar la angustiante situación. A pesar de que fueron apenas un par de minutos, parecieron eternos tanto para los dos tripulantes como para el único pasajero de la avioneta.
Finalmente, el avión aterriza una hora después, en el aeropuerto de Madrid.
Albert sólo desea descansar un poco, pensando en la practicidad y el confort, se dirige a su pent-house, de esa forma podría llegar sin contratiempos a la empresa, ya que quedaba a escasos minutos de AVEMiller.
Entra a su habitación, se descalza los zapatos, le envía algunos mensajes a Eva y a su hijo Sam donde les informa que ya se encuentra en la ciudad. Aún con el teléfono en mano, se tiende en la cama quedando profundamente dormido.
La mañana siguiente, tal y como lo tiene planeado, Albert despierta antes de sonar la alarma de su celular. Llevaba más de diez años despertando temprano, ese hábito persiste en él.
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