Cristopher estaba pensativo, después de la petición de Armando se molestó consigo mismo, pues no había tenido el valor de decirle quien era, que sí, Paola tenía un amante y era él; un hombre de verdad que la hacía sentir mujer, que la hacía feliz algo que él nunca había hecho.
Pero lo pensó, debía seguir callando, por la seguridad de ella, y porque no quería que lo despidiera y lo mantuviera lejos de ella.
Hasta que fuera libre mantendría en secreto su relación, sería su amante eterno si era necesario.
—¿Qué quería Armando? — la voz de Paola lo sacó de sus pensamientos, no se había dado cuenta que había entrado a su oficina— no pongas esa cara, te vi salir de ella, dime que quería— se levantó de su silla y fue con ella, la tomo en sus brazos y le dio un beso con ardor.
—Me pidió que le informará si te encontrabas con algún hombre— sonrió de lado— si supiera que yo iré contigo y no me portare nada bien— bajo su cabeza, besando su cuello con una seductora lentitud— que te voy hacer el a