Cora.-
El médico me había dejado sola, lo cual agradecí, mi mente estaba perdida, todos mis pensamientos estaban paralizados, como si el tiempo se hubiese detenido para para mí.
Tome el valor para aparta la sábana blanca que me cubría las piernas, estaban allí expuestas, mis manos temblorosas se acercaron a mis muslos, solo fue un roce… pero no sentí nada.
— ¿Puedo pasar?
No me di cuenta que la puerta de mi habitación se abrió, o si alguien la tocó. Era Peter.
— El médico me dijo que estabas despierta, te traje algo de comer.
Me muestra una bolsa de papel, el olor que emanaba la bolsa era delicioso, sin embargo lo menos que yo quería era comer. Lo ignoré.
— Rob está detenido, no saldrá nunca de prisión, puedes estar tranquila.
— ¿Tranquila? –resoplé con ironía–. ¡ese maldito me dejó inválida! ¿debo estar tranquila?
Deje escapar mi enojo, mi desgracia en medio de un sollozo, “debilidad” algo que nunca me había permitido, pero aquí estaba.
— Puedes recuperarte, darte por vencida