Al ver mi silencio, Damián creyó que lo estaba rechazando. Con sus últimas fuerzas, se aferró desesperadamente al borde de mis túnicas.
—Dame una última oportunidad. Déjame protegerte por siempre... Aunque sea solo para expiar mis pecados, mientras pueda quedarme a tu lado, estaré dispuesto.
En cada luna llena, yo consagraba todo mi ser a la Diosa Lunar, escuchando su guía divina.
Medio mes atrás, ella me había revelado el conocimiento de cómo transformar a un hombre-lobo en un no-muerto. Incluso en aquel momento, la Diosa Lunar ya había previsto todo lo que estaba por ocurrir.
Mientras la luz en los ojos de ese hombre se apagaba poco a poco, me arrodillé frente a él y lo miré directamente a los ojos.
—Te lo prometo, como líder de todos los hombres-lobo, serás un héroe para toda nuestra especie.
Damián sonrió con una expresión desgarradoramente triste.
—No. No quiero ser un héroe para los hombres-lobo. Solo quiero protegerte por siempre.
No respondí. Pero su deseo más profundo se cumpl