Capítulo 4
Antes no quería aceptar la oferta, porque aún valoraba su pobre dignidad. Sin embargo, se encontró en una situación en la que ni siquiera podía mantenerse con vida... ¿Qué importancia tenían los títulos o la dignidad propuesta ante la supervivencia? Eran todas cosas superficiales que no tenían ningún valor real.

***

A las ocho en punto, empezó su trabajo en el club.

Al mismo tiempo, el bullicio llenó todo el salón privado de número 888:

—¿Qué mierda preguntas hizo hoy la entrevistadora? ¡Incluso se atrevió a mencionar a la exnovia, el primer amor de Hans! Darío, ¡tenemos que enseñarle una lección!

—Ya he contactado a mis amigos para que la despidan. Hoy es el cumpleaños de Hans, cuando llegue, no mencionen esas cosas desagradables.

—¿Quién se atrevería a hacerlo? Yo no tengo el coraje. Esa mujer es completamente un tema tabú de Hans…

Los dos que estaban hablando eran Aarón Quiroga y Darío López, accionistas del Grupo SY, eran también los mejores amigos de Hans.

Pronto, llegó Hans, seguido de dos guardaespaldas vestidos de negro.

Aarón rodeó su hombro y dijo:

—Hoy es tu cumpleaños, ¡así que sonríe un poco! Darío y yo hemos preparado todo esto para ti, ¡sorpresa!

Hans un vistazo a las decoraciones de globos y serpentinas, se sentó directamente en el sofá con las piernas cruzadas, mostrando una expresión fría y seria. Respondió:

—Solo es un cumpleaños, nada especial.

—Mira, mira, eres todavía muy joven... No debes perder la pasión y la curiosidad hacia la vida... ¿Qué te parece si te consigo una belleza para que te relajes un poco? —propuso Aarón.

Darío bromeó a su lado:

—¿Crees que Hans es una persona como tú, que tiene tanto interés en este aspecto? Pero, Hans, es verdad que tengo una sorpresa para ti…

Antes de que terminara de hablar, la puerta se abrió y se escuchó una voz:

— Hola, soy la cantante que el señor López solicitó. ¿Puedo entrar ahora?

Darío sonrió y dijo:

—Y la sorpresa llega. ¡Adelante!

Con un sonido metálico, la puerta se abrió. Dafne entró con un violín.

La habitación estaba oscura. Pero cuando ella levantó la cabeza, sus ojos se encontraron con un par de ojos profundos en la esquina…

En el instante en que sus miradas se encontraron, Dafne se quedó estupefacta en su lugar, inmóvil. Sus pies parecían clavados en el suelo, perdiendo la capacidad de avanzar o retroceder. Solo podía quedarse allí, inquieta, mirando fijamente aquellos penetrantes ojos llenos de frialdad.

No solo ella se quedó atónita, incluso Darío también cayó en silencio por un momento.

Cuando volvió en sí, se rio con desprecio:

—¡Vaya! Eres la señorita de la adinerada familia Veras de la ciudad, ¿verdad? ¿Por qué abandonaste tu trabajo de presentadora y te conviertes en una cantante del club?

En la esquina, Hans guardó silencio y se sentó en el sofá, observando la escena en la que Darío la humillaba, como si fuera solamente una desconocida.

En su apuesto rostro no se reflejaba ninguna emoción. Solo le dirigía la mirada de un completo desconocido.

Ya eran como extraños.

«Han pasado seis años. Hans, cuánto tiempo sin vernos».

No esperaba que el reencuentro sucediera en un lugar como este. Él era el distinguido cliente, y ella era una cantante a tiempo parcial para ganarse la vida.

Dafne apretó fuertemente los puños y el dolor la hizo sentir mucho más calmada. Mostró una sonrisa forzada, como si las palabras no le hubieran importado:

—Señor, ustedes vienen aquí para buscar alegría, y yo vengo para buscar dinero. Claro, si ustedes no quieren verme, me iré de inmediato. Disculpen por haber molestado.

Todo su cuerpo estaba tenso y rígido, pero bajó la cabeza e hizo una reverencia para pedir disculpas, porque no quería causar problemas ni ofender a Hans.

Justo cuando estaba a punto de salir del salón con su violín, el hombre que había guardado silencio en la esquina del sofá abrió la boca y la detuvo:

—Espera.

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