POV de Adriana
El camino de regreso a casa fue silencioso, pero no incómodo. Diego conducía con una mano en el volante y la otra descansando sobre mi muslo, su pulgar trazando círculos suaves sobre mi piel. Era su forma de recordarme que estaba ahí, que no importaba lo que sucediera, él seguiría a mi lado.
Miré por la ventana, observando cómo el paisaje pasaba de las montañas a la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba tomando la decisión correcta.
—¿En qué piensas? —preguntó Diego, su voz profunda rompiendo el silencio.
—En nosotros —respondí honestamente—. En todo lo que hemos pasado. En lo que sigue.
Diego apretó un poco más mi muslo.
—No tenemos que tener todas las respuestas ahora, Adriana. Solo sé que quiero esto. Quiero estar contigo y construir algo nuevo.
Lo miré y vi la determinación en sus ojos oscuros. Era lo que siempre había querido: un futuro con Diego, sin las sombras del pasado acechándonos.
—
Cuando llegamos a casa, me sorprendió lo familiar que se