POV de DIEGO
El viento golpeaba fuerte contra la ventanilla del auto mientras avanzábamos por la vieja carretera costera.
El cielo se veía encapotado, anunciando una tormenta, pero de alguna forma, eso no me preocupaba tanto como el torbellino de pensamientos que llevaba dentro de mí.
Adriana iba sentada a mi lado, con las piernas cruzadas sobre el asiento y su mirada perdida en el horizonte.
No hablábamos.
Pero no era un silencio incómodo.
Era un silencio lleno de promesas no dichas.
De decisiones que colgaban en el aire, esperando ser pronunciadas.
Respiré hondo, ajustando mis manos al volante.
Debía decirle.
Debía hacerlo antes de que fuera demasiado tarde.
—Adriana —rompí el silencio, mi voz un poco más áspera de lo que pretendía.
Ella giró su rostro hacia mí, parpadeando como si la sacaran de un sueño profundo.
—¿Sí?
Apreté los dientes unos segundos, buscando las palabras.
¿Cómo decirlo?
¿Cómo confesarle que había encontrado algo más en el pueblo?
Algo que podía cambiarlo todo.
—