POV de ADRIANA
No supe en qué momento exacto me enamoré de Diego. Tal vez fue en alguna de esas noches silenciosas en las que él me miraba como si yo fuera su único refugio. O en las mañanas donde, sin decir una palabra, me servía café justo como me gustaba. Detalles que no estaban en el contrato… pero que comenzaron a significarlo todo para mí.
Ahora, sentada en el sofá con las luces del departamento apenas encendidas, observaba a Diego en la cocina. Movía las manos con seguridad, preparando algo sencillo para cenar. Se notaba cansado, pero aún así, hacía el esfuerzo de verme sonreír. Me conmovía… y me partía el alma a partes iguales.
Había dicho que quería renovar nuestro contrato. Pero sin cláusulas. Sin condiciones. Quería algo real.
¿Y yo? Yo deseaba decirle que sí, gritarlo, tatuarlo en mi piel si fuera necesario. Pero había una parte de mí que seguía temiendo. No solo por las amenazas o el peligro que lo rodeaba, sino por la posibilidad de que todo esto fuera solo una ilusión h