POV de Adriana
La cita con Montoya estaba pactada para la noche siguiente en su restaurante privado. Un sitio exclusivo, con vistas a la ciudad, donde se creía intocable.
Pero nadie es intocable.
Cuando llegué, Montoya ya estaba sentado en una mesa en la terraza, con una copa de vino en la mano. Me recibió con una sonrisa despreocupada, pero yo vi más allá de la cortesía. Sabía que era un hombre calculador, igual que yo.
—Diego, amigo —saludó con falsa calidez—. Me alegra que hayas aceptado mi invitación.
Me senté frente a él y levanté una ceja.
—Sería una falta de respeto rechazarla.
Montoya soltó una risa ligera.
—Eso es cierto. Además, después de todo lo que hemos hablado sobre el futuro… necesitamos seguir en la misma página.
Incliné la cabeza, fingiendo interés.
—Eso mismo pensaba.
Un mesero llegó con dos copas de whisky y las dejó en la mesa. Montoya tomó la suya y la levantó.
—Por la prosperidad.
—Por los negocios bien hechos —corregí, chocando mi copa con la suya antes de bebe