CAPITULO XIX

La voz de Thomas tenía un dejo de irritación que desapareció en cuanto la escuchó.

“Selina”, comentó, casi con un suspiro, mientras se sentaba en su escritorio, tomándose un momento para recomponerse.

“¿Qué quieres?”, preguntó, con un dejo de cansancio en su voz.

“Eres malo, Thomas.” Se detuvo con una sonrisa mientras se colgaba el teléfono al hombro y continuaba con su baño.

“Yo también estoy ocupado.” Respondió secamente. “Y cansado.” Se frotó los ojos con cansancio, tratando de apartar los pensamientos inusuales que nadaban en su mente y que no lo dejaban en paz.

“Tan frío como siempre.” Dijo sin sentirse ofendida, ya estaba acostumbrada así que ya no le molestaba, en cambio sonrió al imaginar la expresión de Thomas en ese momento.

Un destello de fastidio se dibujó en su rostro, pero no por el comentario. Estaba cansado e irritado por sus propios pensamientos.

Como no quería lidiar con sus bromas, decidió saltarse las bromas y pasar directamente al grano. “¿Por qué llamaste?”, p
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