Capítulo noventa y ocho
—Sara levántate, tienes que ir al instituto —mi madre me zarandea de un lado a otro y me tapo con la colcha.
—No quiero ir—mi voz suena ronca y chillona.
—¿La gran Sara está diciendo qué no quiere ir? Vaya, que novedad—me quejo y quito la colcha de mi cara.
—¿Por qué mejor no me haces el desayuno? Quiero fresas —niega sonriendo.
—Supe que Wade estuvo aquí, ¿estás bien? —soba mi cabeza y suspiro cansada mirando el azul de mi habitación.
—Creo que lo lastimé por que le dije que le tenía miedo y pues, solo se fue —ella hace un espacio en mi cama.
—¿Por qué no le dices la verdad? Mira que estás embarazada