Capítulo treinta y cinco
Santiago da dos pasos hacia atrás mientras siente como mi furia va en aumento, como Yoshua raspa en mi interior queriendo salir a matar a alguien.
Busco los ojos de Paola entre los tres de mi manada y la encuentro encogida en su silla, con miedo y temor, mirando hacia el tablero de la banca.
Vuelvo a mirarla y sus ojos me transmiten tristeza y especialmente: temor.
En un acto de desquitar mi rabia me voy directo al tal Gregorio —Tú —lo señalo —¿es verdad lo que él dice, superaste el miedo a las arañas?
—Si señor —mira directamente a mis ojos con nerviosismo. Esto lo ganará ella, estoy seguro y por como me llamo Wade Dhall.
—Lo siguiente que todos harán es demostrar que superaron su miedo, a cada uno se le asignara