"¡Max!".
Era uno de los guerreros que estaba de guardia hoy. Da la vuelta a la esquina y entra en la habitación. Cuando nos ve, frunce un poco el ceño. Probablemente preguntándose por qué estábamos en el suelo.
"¿Sí, Luna?", pregunta con una pequeña reverencia.
"Por favor, vigila a los niños. Fueron a jugar cerca del estanque", le digo temblorosa.
Se nos queda mirando un rato antes de asentir. Luego se va, siguiendo a los niños. En cuanto lo hace, me desplomo en el suelo. Me paso las manos por el pelo y me doy cuenta de que me tiemblan.
"El idioma que hablaba", empieza Monica.
La miro preocupada. "¿Qué le pasa?".
Me mira interrogante. O con asombro. No estoy segura.
"Es el lenguaje olvidado de los dioses y diosas". Ella dice, sacudiendo mis ya sacudidos cimientos.
"¿Cómo lo sabes?", le pregunto.
Ella responde de inmediato. "La Oráculo lo habla a veces, cuando vislumbra el futuro o cuando la diosa o el destino le hablan. Le da un mensaje o le advierte de cosas ocultas, descono