11.SOGBO

Las ramas de los árboles se separan, para dar paso a una horripilante criatura verde y negra, que al verlos se agiganta. Su presencia es tan abrumadora que parece que incluso la naturaleza se aparta para cederle paso. Su piel, una mezcla de tonos verdes y negros, parece oscilar y crecer ante mis ojos, dominando todo mi campo de visión.

Tiene el cuerpo de un humano, pero con detalles que revelan su verdadera naturaleza divina. En medio de su cabeza, una cresta de cabello rojo se alza como un estandarte ardiente, un faro solitario en la penumbra. Sus orejas son largas y puntiagudas, al igual que su nariz, ambas características que destacan en su rostro.

De cada lado de su boca asoman colmillos intimidantes, tan grandes y amenazantes como las garras afiladas que veo en sus manos. Sus ojos son de un amarillo intenso, surcados por cicatrices negras que brillan con una luz ominosa. Parecen contener la furia de las tormentas que él mismo controla.

Sus patas negras poseen solo dos dedos. Es u
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